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un estudio sobre adán coprovich

si por ti (I)

si por ti (I)

Porque nada sé de ti

que no sea el paso de los bueyes por el rostro

 

no

de ti porque frente eres

                                 alta de piedra y cordillera en lucha

empinándote con venas sobre todas estas marchas

gimiendo tú de fugas y estaciones secas en la cárcel

 

por

     eso digo

que nada es tuyo y que dibuja

mi palabra nevados por la sangre

         que la hambruna habría de robarnos

(así los muertos) pájaros heridos y asco de montañas curvándote los ojos

bien-

aventuradas estas manos es-

tas clavículas en paso incierto por las lomas

      dolorosas de mi cuerpo blanco,

porque sé que no eres cáncer

ni hierba triste torciéndote los hombros

 

Como un músculo mordido,

como un cuenco de salitre

vi tu huída de las chozas, tu muerte en matemática

oleada de sogas y puñales,

la mordaza de la hoja tras el ruido

cuando era necesario detenerse frente al mar,

no yo,

antes que cayeran las sonajas de la noche

y cantaran con tu nombre los aullidos del mundo.

 

      (Porque nada sé de ti,

para dejarme matar

he de dejar de mirarte):

                                                             Del

desastre entre nosotros hay un hombre que escapa

un hombre

perdido en la tormenta, nuevamente como un ciervo

mojándose del luto

un hombre entre los dedos, una rabia

de arena tras las bocas de la muerte,

...porque sé que desconoces...

la costa entre el infierno en los Estados de Sitio,

y el olor del amoniaco y el éter recubriéndote el espanto

allí donde los valles

y una siembra enferma te concentren,

porque nada sé de ti

que no sean tus muslos hablándome tan altos...

 

que la agitación

                       larga de las luces

-escarcha y limo de volcanes son mi rostro-

rechine tras la edad de los bosques absurdos

y al final se desentierren 20.000 flores negras,

20.000 flores blancas,

20.000 espaldas con capuchas y electrodos:

una líquida mención

a reclusiones bajo régimen de aislamiento

       ...Sin camisa apenas

       acribillado de estrellas nueve veces,

       en la madera dientes invisibles

       y el pulmón peleando por una barricada boreal...

 

Porque nada sé de ti

ni el lugar donde te entierran látigo-de-barro,

que la tierra es de los pobres, cer-

vatillo de estaños tu mejilla y plática del tigre

pudriendo los zapatos de mi dios.

Por eso el oleaje se desliza de tus ojos

parecida tú a ti cuando hablas

(frío adentro) y revives la revuelta

                    de los puños en Mayo

y el reparto de la tierra y la

necesaria expropiación del pan, o su conquista,

                   porque el propio jirón del vuelo ha predicado tu nombre en las matanzas

                   porque dices arrasal de arena entre las calles

                   porque tú, parecida a ti,

nada eres sino cuerpo en horizonte

                            y recodo de savia y bilis tensa del metal

(ansia tú, toda prodigio

hondo de la boca):

                                  ..."destruidnos juntos". (1)

 

(1) Poema de Enrique Falcón.

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